
Pero quizás uno de los grandes aliados de las nuevas tabletas de 7 pulgadas hay que buscarlo en los ereaders. Con sus pantallas de seis pulgadas, su fino diseño y su escaso peso, consiguieron convertirse en objetos manejables, fáciles de llevar y cómodos de usar.
El paso siguiente ha sido encontrar un término medio entre la gran pantalla y la cierta incomodidad del iPad con la funcionalidad de los ereaders, sin olvidarnos del precio.
Las tablets de siete pulgadas están llamadas a triunfar porque se pueden manejar con una sola mano, el tamaño de la pantalla y su resolución es más que aceptable para leer y disfrutar de contenidos multimedia, pesan poco, son muy ligeras y su precio es bastante más asequible que las de mayor tamaño.
De todo esto se han dado cuenta las grandes empresas de tecnología. Samsung comercializa desde hace tiempo tabletas de este tamaño. El Kindle Fire de Amazon se adapta a este estandar. Google ha fabricado por el momento un único modelo de su Nexus 7 con estas medidas. Y qué decir de la gran gama de marcas ‘lowcost’ que ofrecen sus aparatos amoldados a estas dimensiones. Todos estos movimientos han hecho que la todapoderosa Apple filtre el inminente lanzamiento de un iPad Mini con, supuestamente, una pantalla algo superior a siete pulgadas. Su éxito, como en el caso de Amazon o de Google, no estará sólo en el tamaño, que importa, sino en el precio. Si se empiezan a comercializar buenas tabletas a un precio inferior a 250 euros, como es el caso, el futuro de estos dispositivos será imparable. Peor lo pasarán los nuevos smartphones, con prestaciones similares, pero menos tamaño de pantalla y precios que triplican a las tablets. Sin financiación y en un contexto de crisis volver al teléfono clásico y dejar la conectividad para una tableta multifunción protegida con una funda no es ningún vaticinio exagerado.
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