La verdad es que Pinterest tenía y tiene su punto. Cuando hace unos meses empezó a hablarse con fuerza de esta red social basada en las imágenes, la visita a su portada se transformaba en toda una experiencia. Podías disfrutar de fotografías con gran valor artístico (un paisaje, una receta de cocina, un edificio, un rostro,...), muy realistas y en las que sabías que había una persona detrás. No importaba qué tipo de cámara tuvieses, lo más importante era la composición y ese toque de originalidad humano que hace que una misma imagen sea interpretada de manera diferente por cada persona. Y, por supuesto, poder dejar comentarios o pinear...
Sin embargo, el culto a filtro y al Photoshop parece que se han impuesto. Esas imágenes de paisajes de colores imposibles, filtrados, retocados y suavizados, son los que despiertan mayor admiración. Ya no genera conversación una evocadora foto de un campo verde con vacas pastando, por ejemplo, ahora solo incita al pineo una cascada de aguas espumosas y frondoso paisaje bajo un cielo azul turquesa.
Para qué comentar la realidad con personas reales, cuando lo que mola es ver paisajes inexistentes dibujados por un algoritmo.
En eso se está convirtiendo Pinterest, en un escaparate de la irrealidad.
Sin embargo, el culto a filtro y al Photoshop parece que se han impuesto. Esas imágenes de paisajes de colores imposibles, filtrados, retocados y suavizados, son los que despiertan mayor admiración. Ya no genera conversación una evocadora foto de un campo verde con vacas pastando, por ejemplo, ahora solo incita al pineo una cascada de aguas espumosas y frondoso paisaje bajo un cielo azul turquesa.
Para qué comentar la realidad con personas reales, cuando lo que mola es ver paisajes inexistentes dibujados por un algoritmo.
En eso se está convirtiendo Pinterest, en un escaparate de la irrealidad.
Comentarios
Publicar un comentario